Estamos a 22 de diciembre para el momento de escribir esta nota. Ya hay un recorrido importante de este mes, el más festivo, alegre y esperado por todos, aún con esta pandemia.
Es un mes donde las tradiciones de cada región, de cada país, se hacen presente con los platos y bebidas típicos que adornan las mesas familiares.
Es fácil, en consecuencia, caer en la tentación de convertir una sana y reflexiva tradición en verdaderos excesos, con el consumo sin control de alimentos que sobrepasan los límites normales de nuestra propia capacidad de absorción y, en algunos casos, son contraindicados por alguna condición orgánica preexistente.
Nos dejamos llevar por la vistosidad y presentación, por lo sabroso, por lo diverso y por la época. Pero nuestra salud debe estar por encima de cualquier debilidad ocasional. Lo mismo sucede con el consumo de bebidas alcohólicas, sobre todo entre la población joven.
Esas son tentaciones que están allí y por más que pontifiquemos sobre ellas no desaparecerán, pero, sobre las que hay que alertar permanentemente como una forma de contribuir a crear conciencia de la importancia de mantener hábitos alimenticios sanos que redunden en el bienestar general de nuestra salud individual y colectiva.
¿Qué debemos hacer para no golpear con demasiada dureza nuestro organismo?
Lo que siempre se nos aconseja y a lo que debemos estar atentos con nuestros cinco sentidos: la moderación. Evitar el exceso en el consumo de alimentos dispensadores de contenido perjudicial o no propiamente sanos que impacten negativamente en el organismo, extendiéndose por igual a las bebidas alcohólicas o no alcohólicas como los refrescos. No hemos hecho referencia a los dulces tradicionales de diciembre como, el dulce de lechoza, turrones, tortas, etc, que ocupan parte importante del menú navideño.
Es indudable que para la mayoría de nosotros es bastante difícil poder superar estos momentos de alegría y de compartir con la familia sin llegar a saborear lo que nos gusta, pero es necesario para evitar futuras complicaciones estar atentos a la cantidad, frecuencia y tipo de comida que consumimos.
Diciembre nos lleva a enero, cuando en la sala de espera de un consultorio nos estemos dando cuenta de nuestra falta de previsión…a cuidarse y salud.