El pasado sábado 14 de noviembre se conmemoró el Día Mundial de la Diabetes, razón por la cual hoy quiero explicar la relación entre diabetes e inflamación crónica, haciendo referencia específicamente a la Diabetes Mellitus Tipo 2.
La Diabetes Mellitus Tipo 2 es una enfermedad de etiología multifactorial, caracterizada por hiperglucemia crónica asociada con resistencia a la acción de la insulina y una respuesta compensatoria inadecuada en la secreción de esta hormona.
La fisiopatología de esta enfermedad está íntimamente relacionada con el proceso inflamatorio sistémico, el mismo que podría estar activo antes de que se desarrollen las alteraciones metabólicas detectables clínicamente.
Pero, si la inflamación crónica es una respuesta del sistema inmune y la diabetes una enfermedad metabólica de origen endocrino, ¿cómo pueden estar relacionados?
Los sistemas inmune y metabólico son requerimientos básicos en el reino animal y son vías cercanas e interdependientes.
Muchas hormonas, citocinas, proteínas señalizadoras, factores de transcripción y lípidos bioactivos pueden funcionar en ambos roles, metabólico e inmune.
La respuesta normal inflamatoria requiere del soporte metabólico y la redistribución de la energía, particularmente la movilización desde los sitios de reserva de lípidos que juegan un papel importante en la lucha contra la infección durante la fase de respuesta aguda. La interrelación entre metabolismo y sistema inmune ayuda a mantener la homeostasis, aunque puede ir en contra en presencia de cambios metabólicos.
Las señales intracelulares activadas en la respuesta a la inflamación pueden inhibir la señal de la insulina, ya que suprime las vías anabólicas y favorece las catabólicas.
Recordemos que la inflamación es un tipo de respuesta que intenta reparar la lesión tisular, como sucede cuando tenemos un traumatismo o cualquier infección.
Se plantea que la obesidad, así como un estilo de vida obesogénico caracterizado por sedentarismo, estrés y mala alimentación, funcionan como un agente estresor tal como lo haría un agente infeccioso.
Este estado inflamatorio está asociado particularmente a la grasa visceral, afectando otros tejidos como el hígado y el músculo, los cuales sufren infiltración de citoquinas proinflamatorias que interfieren directamente con la capacidad de estos tejidos de responder a la insulina.
Este escenario inflamatorio conduce a un estado de hiperglucemia y posteriormente uno compensatorio de hiperinsulinemia, seguido por la disminución en los niveles de insulina y el establecimiento de la Diabetes Mellitus Tipo 2.
Así mismo, los altos niveles de ácidos grasos libres condicionan resistencia a la insulina a la vez que aparece una respuesta inapropiada a la infección. Por este y otros mecanismos el paciente diabético es considerado inmunosuprimido, presentando mayor riesgo de infecciones y complicaciones derivadas de las mismas.

La infección por COVID-19 no es una excepción, en el que la diabetes ha demostrado de forma consistente ser un factor de riesgo de mal pronóstico.
La probabilidad de desarrollar un cuadro severo e ingresar en las unidades de cuidados intensivos (UCI) es de más del doble en las personas con diabetes y la mortalidad descrita es hasta 3 veces superior.
La existencia de base en la diabetes de un estado de inflamación crónica, el deterioro de la respuesta inmunológica y la alteración de la coagulación podrían estar entre los mecanismos fisiopatológicos subyacentes que contribuyen al aumento de la morbimortalidad de la COVID-19 en las personas con diabetes y mayor morbimortalidad en pacientes con síndrome respiratorio agudo grave (SRAS).
Pero además…
La inflamación es clave en el deterioro vascular asociado a la diabetes
Una vez instaurada la diabetes, esta perpetúa el ambiente inflamatorio que predispone a las múltiples complicaciones derivadas de esta enfermedad.
De ellas, las enfermedades cardiovasculares cobran especial importancia por ser la principal causa de muerte en los pacientes que padecen diabetes.
Durante mucho tiempo se ha propuesto que es precisamente el aumento de la glucemia el factor principal que deteriora las arterias y produce aterosclerosis lo que, tras años de enfermedad, conduce a su obstrucción y a la aparición de graves consecuencias, como el infarto de miocardio. Sin embargo, el control estricto de la glucosa sanguínea no reduce a largo plazo la mortalidad cardiovascular de los pacientes diabéticos.
Al parecer, el aumento de la glucemia no justifica el daño vascular asociado a la diabetes ya que, en condiciones normales, el tejido vascular dispone de mecanismos capaces de regular la entrada y utilización de la glucosa.
Se ha demostrado que, en las células vasculares humanas, la entrada de glucosa no se modifica cuando aumenta su concentración extracelular, excepto cuando las células están previamente inflamadas, situación en la que aumenta su transporte a través de la membrana celular y su utilización por las vías metabólicas celulares.
Esta inflamación parece estar mediada no solo por la hiperglicemia per se, sino por el aumento de NADPH que se emplea como sustrato de una enzima pro-oxidante, la NADPH-oxidasa, y la liberación de adipoquinas por el tejido adiposo que produce radicales libres y exacerba los procesos inflamatorios.
Si la hipótesis es correcta, la prevención de la patología vascular asociada a la diabetes no solo requeriría el control de la glucemia, sino también desarrollar estrategias terapéuticas para reducir el ambiente proinflamatorio.
Entonces, ¿cómo detener la inflamación para prevenir o controlar la diabetes?
Tomando en cuenta la participación de los factores ambientales en el desarrollo de la Diabetes Mellitus (DM) se hace necesario un cambio de estilo de vida integral que disminuya todos los factores inflamatorios.
- Entre ellos la nutrición es de vital importancia. Determinar fuentes naturales de los alimentos es el primer paso. Entender que los carbohidratos tienen impacto distinto dependiendo de la fuente, es el segundo. Que los azúcares libres son iguales si vienen de azúcar morena que de un jugo natural cernido. Que el exceso de cualquier tipo de comida (carbohidrato o no) puede convertirse en azúcar. Que los horarios importan.
- Por supuesto el control del estrés y la actividad física regular.
- Evitar el abuso de alcohol y tabaco.
La diabetes puede evitarse y puede controlarse en la misma medida en la que evites o controles la inflamación crónica.